Sube a nacer conmigo, hermano
Por Benjamín Cervantes Romero
Personalmente guardo una profunda admiración por las letras de Neftalí Reyes o Pablo Neruda. Cuando leí este poema por primera vez yo era un jovencito. Recuerdo que me quedé meditando por varios minutos en sus palabras. Pensé en el gran legado que muchas personas buenas nos han heredado con en paso del tiempo dando su vida por su causa: antepasados indígenas, reformadores, revolucionarios, luchadoressociales, etc, personas que fueron reconocidas; pero la gran mayoría casi siempre han sido héroes anónimos: una madre educando con amor, un jornalero sembrando, un padre que aconseja y se sacrifica, un profesor amoroso, un amigo que socorre, un hermano que escucha, que comparte... que juega.
Personalmente guardo una profunda admiración por las letras de Neftalí Reyes o Pablo Neruda. Cuando leí este poema por primera vez yo era un jovencito. Recuerdo que me quedé meditando por varios minutos en sus palabras. Pensé en el gran legado que muchas personas buenas nos han heredado con en paso del tiempo dando su vida por su causa: antepasados indígenas, reformadores, revolucionarios, luchadoressociales, etc, personas que fueron reconocidas; pero la gran mayoría casi siempre han sido héroes anónimos: una madre educando con amor, un jornalero sembrando, un padre que aconseja y se sacrifica, un profesor amoroso, un amigo que socorre, un hermano que escucha, que comparte... que juega.
La historia es el presente, y su lucha nos ha alcanzado; estamos comprometidos por su sangre.
Cuando emprendo la nueva jornada o cuando tengo la oportunidad de hablar en el estrado, evoco al espíritu de estas palabras para hablar y actuar con su propósito y su verdad.
Se los comparto con gusto.
Alturas de Machu Picchu
Poema XII
Sube a nacer conmigo, hermano.
Dame la mano desde la profunda zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas; no volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida; no volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra: labrador, tejedor, pastor callado,
domador de guanacos tutelares, albañil del andamio desafiado,
aguador de las lágrimas andinas, joyero de los dedos machacados,
agricultor temblando en la semilla, alfarero en tu greda derramado.
Traed a la copa de esta nueva vida vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco. Decidme: aquí fui castigado
porque la joya no brilló o la tierra no entregó a tiempo la piedra o el grano;
señaladme la piedra en que caísteis y la madera en que os crucificaron.
Encendedme los viejos pedernales, las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas, y las hachas de brillo ensangrentado.
¡Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta!
A través de la tierra juntad todos los silenciosos labios derramados, y desde el fondo,
habladme toda esta larga noche como si yo estuviera con vosotros anclado.
Contadme todo, cadena a cadena, eslabón a eslabón, y paso a paso.
Afilad los cuchillos que guardasteis; ponedlos en mi pecho y en mi mano;
como un río de rayos amarillos, como un río de tigres enterrados; y dejadme llorar:
horas, días, años, edades ciegas, siglos estelares.
Dadme el silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.
Apegadme los cuerpos como imanes.
Acudid a mis venas y a mi boca.
Hablad por mis palabras y mi sangre.
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